Los puntos ópticos nos invitan a cuestionar la naturaleza misma de la percepción y la realidad que creemos conocer. Nos recuerdan que lo que vemos no siempre es lo que parece, y que nuestra mente a menudo rellena los espacios en blanco para crear una experiencia coherente y comprensible del mundo.
¿Cómo sabemos que lo que percibimos es verdadero o simplemente una interpretación subjetiva? ¿En qué medida nuestras experiencias personales y nuestros contextos influyen en la forma en que vemos el mundo? la percepción es una actividad interpretativa y constructiva, donde nuestro cerebro procesa activamente la información sensorial para crear una representación coherente del mundo. Esta idea subraya la idea de que nuestra comprensión de la realidad es dinámica y está sujeta a influencias tanto internas como externas.
En este caso, al trabajar los puntos ópticos bordados junto con mi autorretrato reflexiono sobre la autopercepción. La autopercepción no es estática, sino dinámica y cambiante a lo largo del tiempo, influenciada por factores internos como las experiencias personales, los valores, las emociones y las creencias, así como por factores externos. De esta forma, entender quién soy, cómo me veo y cómo me siento en relación con mi entorno me permite conocerme y mapear los puntos de conexión con otras personas. Así, al comprender mis fortalezas y áreas de mejora, puedo establecer relaciones más genuinas y colaborativas, basadas en una comprensión más completa y empática de mi misma y de los demás. El bordado de puntos ópticos me ha permitido reflexionar sobre el proceso de autodescubrimiento y sobre una metáfora de conexión que es esencial para la construcción de relaciones humanas significativas y enriquecedoras.
En conclusión, el bordado va más allá de la perfección técnica o matemática, los puntos ópticos me han mostrado otra forma de ver, de verme y establecer una hermosa metáfora sobre la vida.
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